En un sábado cualquiera Irene llegó a su casa después de haber salido con sus amigos.
Amigo: ¡Oye! Venimos mañana para ayudarte.
Irene: Si esta bien, pero que no sea muy temprano.
(Cierra la puerta y suena el teléfono)
Irene: Hay no molestes maldito teléfono, que susto me dio. ¿Bueno? ¿Bueno, bueno?
Nada se escuchaba al otro lado de la línea. Irene pensó que seguramente eran sus amigos que
querían jugarle una broma... una pesada broma.
Irene: Dejen ya de estar molestando y váyanse a dormir. ¡Claro!, yo con mis tragos encima y el mudo que tiene ganas de jugar.
(Vuelve a sonar el teléfono) Los timbrazos no dejaban de sucederse, cada vez que contestaba era la misma respuesta: un silencio al otro lado de la línea (Sigue sonando el teléfono e irene descuelga).
Voz extraña: ¡Ayudameee!
Irene: Ya con un carajo dejen de estar jugando, si siguen molestando voy a llamar a la policía.
Irene: ¿Quién eres? ¡Contéstame! ¿Quién eres? ¿En donde estas? ¿Quién eres? ¡Dime donde estas!
Irene: ¡No! ¡Dios! ¡No! ¡Dios mio, no por favor no! ¡Noooo!
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